Sra. Denise Dresser…No es la primera vez que a nuestra patria se la presenta ante los ojos de un gobierno extranjero, indigna de ser una Nación.
Sus lastimosos, acres y sufridos lamentos derramados ante los pies del gobierno estadounidense, nos rememoran amarillentos pasados escenificados también por aquellas respetables damas mexicanas quienes por la primera mitad del siglo XIX hasta Europa fueron a verter también como usted ante gobiernos extranjeros, sus amargas quejas de aquel México en "caos" e "inseguro" en manos de "delincuentes" y "bandoleros" donde no había sosiego, justicia ni futuro, decían acongojadas ante aquellas potencias, pidiendo como usted, su "auxilio" para el "inerme" y "sufrido" pueblo mexicano sumido en la desgracia política y gubernamental inundado de abusos, ingobernabilidad y corrupción;
Aquella página de nuestra historia fue la que culminó en el cerro de Querétaro en aquel mes de junio de 1867.
Pero sobre la tierra del camino real por donde pasan descarnados y agitados, los actos del desarrollo de los hechos, donde el polvo causado por el tropel de los acontecimientos se deposita físicamente en la piel, y se mezcla con el sudor y se introduce a tu organismo con el aire de la respiración, desde aquí Sra. Denise, desde éste México real en el que los millones de mexicanos felices y orgullosos de nuestra tierra vivimos, nó patriotera sino auténtica y dignamente, le afirmo que usted, nó conoce éste hermoso, seguro y limpio México; ¡el verdadero México!;
Éste, que con mi familia mis hijos y nietos, como millones de mexicanos a diario disfruto, me bebo y me gozo; el que a diario recorro por sus caminos, carreteras, restaurantes, escuelas, taquerías, parques y oficinas, con plena tranquilidad, armonías y seguridad. Éste México Sra., también es de ustedes, véanlo, abrásenlo, vívanlo; aprendan a ser felices; déjense llevar por la alegría de él;
Abandónense de sus miedos, sus frustrantes percepciones y sus esclavizantes adoraciones; reconozcan los cinismos y perversidades que se construyen en los contextos internacionales, no se transformen en marionetas de él, y dejen "que los muertos, velen a sus muertos";
sentémonos en los quicios de las puertas de nuestras casas a ver pasar los funerales de los mezquinos interéses que por su naturaleza siempre viven en el submundo de la simulación y del engaño pero que, para magnificarse y "justificarse" usan por norma la estridencia.
Como país, ¡claro!, por supuesto que –como todos los países, incluyendo al que usted fué– tenemos políticos y gobernantes corruptos, ineptos e inexpertos; empresarios hambreadores, oligarquías monopólicas explotadoras y narcotraficantes criminales.
No le hablo de oídas, mucho menos del último de los anteriores conceptos, el narcotráfico; pues soy un jurista, experto en narcotráfico, quizá, con mis 35 años de experiencia profesional ininterrumpida en él, el decano de los abogados de ése campo en México.
Y, por el respeto profesional que nos debemos, y en descargo al agravio de mi País, es mi deber comentarle Sra. Que la percepción de las causas, efectos, intereses y razones de ésa ilícita actividad que usted expuso son respetables;
Más, los voluminosos conocimientos que de tal ilegal fenómeno delincuencial trasnacional he recogido sobre sus múltiples –y para el común de las gentes desconocidas– realidades en el cotidiano profesional recorrer por todos los tribunales penales federales de los distintos rincones de México, me impiden estar de acuerdo con usted por lo lejano de sus afirmaciones, con la realidad.
Respetuosamente
Sus lastimosos, acres y sufridos lamentos derramados ante los pies del gobierno estadounidense, nos rememoran amarillentos pasados escenificados también por aquellas respetables damas mexicanas quienes por la primera mitad del siglo XIX hasta Europa fueron a verter también como usted ante gobiernos extranjeros, sus amargas quejas de aquel México en "caos" e "inseguro" en manos de "delincuentes" y "bandoleros" donde no había sosiego, justicia ni futuro, decían acongojadas ante aquellas potencias, pidiendo como usted, su "auxilio" para el "inerme" y "sufrido" pueblo mexicano sumido en la desgracia política y gubernamental inundado de abusos, ingobernabilidad y corrupción;
Aquella página de nuestra historia fue la que culminó en el cerro de Querétaro en aquel mes de junio de 1867.
Pero sobre la tierra del camino real por donde pasan descarnados y agitados, los actos del desarrollo de los hechos, donde el polvo causado por el tropel de los acontecimientos se deposita físicamente en la piel, y se mezcla con el sudor y se introduce a tu organismo con el aire de la respiración, desde aquí Sra. Denise, desde éste México real en el que los millones de mexicanos felices y orgullosos de nuestra tierra vivimos, nó patriotera sino auténtica y dignamente, le afirmo que usted, nó conoce éste hermoso, seguro y limpio México; ¡el verdadero México!;
Éste, que con mi familia mis hijos y nietos, como millones de mexicanos a diario disfruto, me bebo y me gozo; el que a diario recorro por sus caminos, carreteras, restaurantes, escuelas, taquerías, parques y oficinas, con plena tranquilidad, armonías y seguridad. Éste México Sra., también es de ustedes, véanlo, abrásenlo, vívanlo; aprendan a ser felices; déjense llevar por la alegría de él;
Abandónense de sus miedos, sus frustrantes percepciones y sus esclavizantes adoraciones; reconozcan los cinismos y perversidades que se construyen en los contextos internacionales, no se transformen en marionetas de él, y dejen "que los muertos, velen a sus muertos";
sentémonos en los quicios de las puertas de nuestras casas a ver pasar los funerales de los mezquinos interéses que por su naturaleza siempre viven en el submundo de la simulación y del engaño pero que, para magnificarse y "justificarse" usan por norma la estridencia.
Como país, ¡claro!, por supuesto que –como todos los países, incluyendo al que usted fué– tenemos políticos y gobernantes corruptos, ineptos e inexpertos; empresarios hambreadores, oligarquías monopólicas explotadoras y narcotraficantes criminales.
No le hablo de oídas, mucho menos del último de los anteriores conceptos, el narcotráfico; pues soy un jurista, experto en narcotráfico, quizá, con mis 35 años de experiencia profesional ininterrumpida en él, el decano de los abogados de ése campo en México.
Y, por el respeto profesional que nos debemos, y en descargo al agravio de mi País, es mi deber comentarle Sra. Que la percepción de las causas, efectos, intereses y razones de ésa ilícita actividad que usted expuso son respetables;
Más, los voluminosos conocimientos que de tal ilegal fenómeno delincuencial trasnacional he recogido sobre sus múltiples –y para el común de las gentes desconocidas– realidades en el cotidiano profesional recorrer por todos los tribunales penales federales de los distintos rincones de México, me impiden estar de acuerdo con usted por lo lejano de sus afirmaciones, con la realidad.
Respetuosamente
Lic. Pedro García Palazuelos.